Trabajar en marketing digital no es solo “hacer campañas en Instagram” ni vivir pegado a un portátil en una cafetería cool con WiFi. Es estrategia, es análisis, es prueba y error. Es pasión. Y sobre todo, es adaptación constante.
Si alguna vez te has preguntado cómo es realmente un día en la vida de un profesional del marketing digital —con especial sensibilidad hacia proyectos deportivos, en mi caso— este artículo es para ti. Vamos a abrir la cortina y mostrar lo que ocurre entre bambalinas.
Mi jornada empieza con una doble rutina: café y bandeja de entrada. No hay margen para improvisaciones cuando trabajas con varios clientes, campañas activas y deadlines que no perdonan.
Los primeros 30-45 minutos los dedico a revisar correos, responder temas urgentes y priorizar tareas. Herramientas como Gmail, Spark o incluso Notion me ayudan a separar lo importante de lo urgente. Porque sí, en marketing digital todo parece urgente, pero no todo lo es.
Además, aprovecho este momento para hacer un repaso mental de mis métricas clave del día anterior. ¿Qué tal rindió esa campaña de TikTok que lanzamos ayer? ¿Hubo rebote en la nueva landing del club de fútbol con el que colaboramos? Primer vistazo, primer análisis.
Sin una buena planificación, el día se te va. Literal. A veces ni te das cuenta y ya estás al final de la jornada con la sensación de que has estado ocupado… pero no productivo. Por eso, una vez revisado el correo y atendido lo urgente, lo primero que hago es abrir mi «tablero de control».
¿Qué es eso? Básicamente, un panel visual donde tengo todas mis tareas clasificadas según el ciclo de vida del usuario: atracción, conversión y fidelización. Esta estructura me permite saber de un vistazo qué tipo de trabajo tengo por delante: ¿hoy toca estrategia? ¿estamos en fase de producción de contenidos? ¿hay que analizar resultados? ¿hay espacio para una sesión creativa con el equipo? Todo lo filtro desde esa perspectiva.
Para organizarme utilizo herramientas como Trello o ClickUp, que me permiten mover tareas como si fueran fichas de un tablero. Pero lo que de verdad marca la diferencia es el método del time blocking: bloques de 90 minutos dedicados a una única tarea o conjunto de tareas relacionadas. Es mi fórmula para entrar en “modo foco” y evitar saltar de una cosa a otra.
Por ejemplo, si hoy me toca diseñar una estrategia de contenidos para un equipo juvenil de fútbol, no lo dejo en el aire: le asigno nombre, le pongo hora, le doy un espacio real en mi agenda. No se trata solo de anotar tareas, sino de reservar tiempo para ejecutarlas bien.
¿Y si a media mañana tengo una reunión con un patrocinador o una llamada con el equipo de diseño? También se bloquea en el calendario. Nada queda al azar.
Esta rutina puede sonar estricta, pero es lo que separa a un buen marketer de uno que va siempre con prisas, resolviendo cosas sobre la marcha. En este mundo digital tan cambiante, ser organizado no es un lujo: es un requisito básico para rendir bien, pensar con claridad y aportar valor real.
Una vez tengo la estructura del día clara, toca lo que más me motiva: pensar y crear. Aquí es donde el marketing digital se parece más al fútbol: hay que diseñar una estrategia como quien diseña una jugada.
Si estamos trabajando una campaña para una academia de fútbol, por ejemplo, empiezo planteando las preguntas clave:
– ¿A quién queremos llegar?
– ¿Qué mensaje nos diferencia?
– ¿Qué canal es el más potente para conectar con esa audiencia?
Y desde ahí nace el contenido: textos para email marketing, copys para redes, ideas para reels o incluso newsletters pensadas para diferentes niveles de fidelidad del usuario.
Todo se alinea con el ciclo de vida del cliente. No es lo mismo impactar a alguien que aún no te conoce que mantener el interés de un abonado del club con años de lealtad.
El marketing digital actual es impensable sin herramientas. Son como los jugadores clave de un equipo campeón: los eliges por lo que te ofrecen, los conoces a fondo y sabes cuándo es el momento perfecto para ponerlos en juego.
A lo largo del tiempo, he probado muchas herramientas. Algunas me han ayudado en momentos puntuales, otras se han quedado conmigo como verdaderos imprescindibles. Hoy quiero compartir mi equipo titular, esas que forman parte de mi día a día y me permiten trabajar de forma eficiente, creativa y orientada a resultados.
Google Analytics y GA4: fundamentales para entender qué hacen los usuarios en tu web. No solo te dicen cuántos entran, sino qué hacen, dónde hacen clic, cuánto tiempo se quedan… y lo más importante: por qué se van sin convertir.
Metricool y Hootsuite: mis aliadas para planificar, programar y medir el rendimiento de redes sociales. Poder comparar resultados por canal, ver la evolución, detectar el mejor horario para publicar… todo en una misma interfaz.
Canva y CapCut: para crear contenido visual y vídeos con rapidez y buena calidad. Canva es ideal para gráficos, carruseles y presentaciones, mientras que CapCut me da ese toque dinámico que el vídeo marketing necesita hoy para captar atención.
Hotjar o Microsoft Clarity: herramientas de análisis cualitativo. Me ofrecen mapas de calor, grabaciones de sesión y embudos de comportamiento. Es oro puro cuando se trata de entender cómo navegan los usuarios y detectar dónde se pierde la conversión.
Notion: mi “cuartel general”. Lo uso para documentar ideas, planificar campañas, organizar clientes y hacer seguimiento. Es más que una app de notas: es un sistema operativo personal.
Y, por supuesto, como amante del fútbol y del marketing deportivo, tengo una herramienta que me da una ventaja competitiva en ese nicho: BeSoccer Pro. Aunque no sea de marketing como tal, sus datos estadísticos me permiten crear contenido contextualizado de alto valor para clubes, marcas deportivas y proyectos vinculados al deporte. Ya sea para una pieza de redes, un informe de audiencia o una estrategia de engagement, contar con datos relevantes del mundo futbolístico marca la diferencia.
Porque al final, en marketing como en el fútbol, ganan los equipos que mejor saben usar sus herramientas, en el momento justo y con el propósito claro.
Si hay una constante en este mundo, es que nada se queda quieto. Cambia el algoritmo, cambia la audiencia, cambian tus propias métricas de éxito. Por eso, la última parte de mi día suele estar dedicada al análisis.
¿Qué funcionó hoy? ¿Qué no? ¿Dónde podemos mejorar?
Reviso KPIs, analizo conversiones, comparo CTRs, y sobre todo: aprendo. El marketing digital no se trata de acertar a la primera. Se trata de acertar más rápido que los demás, y para eso necesitas medir, probar, ajustar y volver a probar.